La crisis ha conseguido que la ética en la profesión dental haya variado bastante. Hace muchos años, cuando los profesionales teníamos las listas de espera para varios meses, los problemas éticos se encontraban más bien a nivel de conocimientos. Los dentistas cuando conseguían el título de estomatólogo, no tenían tiempo para especialidades ni existían por supuesto. Tampoco había tiempo para reciclarse o ponerse al día, para ofrecer un mejor servicio por bagaje de conocimientos y quien lo hacía se le tildaba o de muy caro, ya de por sí la profesión lo era, o de pérdida de tiempo por los propios compañeros. Aparición de las franquicias dentalesHoy en día y con la aparición de las franquicias, y en concreto Vitaldent, a la falta de conocimientos se le ha sumado una “ética de los negocios” muy mal entendida, que han creado un efecto “espejo” dentro de los profesionales jóvenes y no tan jóvenes. La ética de las franquicias no entiende a la persona como una unidad biológica de interrelación empática, sino una multitud de posibles beneficios con 32 singularidades de ganancias rápidas. Pensando de esa manera, cuando una persona se acerca a una clínica que se practica este tipo de “ética”, lo que perciben no es un ser humano que quiere recibir el mejor servicio que demande el estado de su boca, sino una caja registradora llena de billetes para ser arrebatados de alguna manera. La gente acude a este tipo de franquicias, por la abundante publicidad engañosa vertida a los medios de comunicación. Con el reclamo de realizar limpiezas gratis o la financiación del tratamiento, la persona que se acerca a la franquicia por una simple intervención, sale con un presupuesto de 3000 a 6000 euros como mínimo. Este presupuesto parece muy fácil de pagar, ya que está financiado con múltiples cuotas ¡¡¡por el banco!!! y no por ellos, como sucede con el dentista de toda la vida. Si por casualidad esta franquicia sufre un percance, como ha ocurrido con las de Dentaline, además de no terminar el tratamiento, se continúa pagando al banco, quedando, como decimos en España, compuesto y sin novia. Sobretratamientos dentalesAdemás, la mayoría de los tratamientos que proponen para la boca o son sobretratamientos o son iatrogénicos, no dudando en ningún momento de hacer competencia desleal. Es bastante normal, que después de un tratamiento de ortodoncia, donde el ortodentista no realice ningún tipo de empastes, puentes, desvitalizaciones, etc., en que el cliente acuda a un chequeo a este tipo de franquicias, le asusten diciendo que tiene 20 caries, todas ellas producidas por el aparato de ortodoncia, cuando en realidad puede que solamente tenga alguna fisura, posiblemente aparecida antes del tratamiento. Si son capaces de asustar a la gente para abrir la caja registradora por unas simples fisuras, ni cuento cuando hay una pequeña gingivitis, una endodoncia asintomática o un ligero apiñamiento, donde pueden de ver hasta ortodoncias “intrauterinas” o dentaduras para neonatos para que no se priven del jamón ibérico. El problema es que la mayoría de estas franquicias, se nutren de jóvenes profesionales que empiezan su andadura trabajando en ellas para adquirir experiencia, pero lo que adquieren es esa “etica de los negocios”, que enfocarán en su quehacer diario. Los dentistas de toda la vidaA los dentistas de toda la vida por la disminución de clientes y la crisis económica, no les está quedando más remedio, que “pactar con el enemigo” Si antiguamente se veía en esta “ética” una mala praxis y objeto de denuncia, hoy en día parece que va siendo la tónica general. Hace muy poco, una persona muy allegada a mí, fue a una revisión rutinaria a una clínica cerca de su casa, por no tener que ir al centro de Madrid, a su dentista de siempre. La dentista que le atendió le dijo que tenía la boca muy mal, asustándolo de un inminente problema de unas piezas endodonciadas hace 30 años, sin ningún tipo de sintomatología. El tratamiento consistía en extracciones para colocar unos implantes dentales, en su clínica . Por supuesto, picó el anzuelo y ya no pudo zafarse, lo que al tirar de él, le llevaron dos “singularidades”. Lo más sorprendente es que quien lo diagnosticó fue una ortodoncista exclusiva. Este caso va siendo habitual en todas las clínicas de todas las ciudades de España. El periodoncista que no extraía ninguna pieza bajo ningún pretexto, ahora imagina lesiones radiolúcidas para colocar un implante. Descalcificaciones leves, que pueden ser tratadas con odontología preventiva, son pasto de coronas de porcelana. Las ya mencionadas fisuras por empastes, los cordales hay que extraerlos no sea que antes de morirse duelan y se sufra más. Y pobre del “paciente” ingenuo que vea en su sonrisa algún defecto, que de las carillas y la herradura de “Roca” no se libra. Tampoco yo tiraré la primera piedra, aunque este post más bien parece un pedrusco, pero hay que empezar a reconocer nuestros errores, que por otra parte son compartidos por el sistema en que nos ha tocado vivir, el mejor de los mundos posibles, como diría Leibniz, lo que no implica que el futuro sea diferente. Un futuro donde el axioma es el que nos enseñaron nuestros padres; no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti, que coincide con el primer postulado de la Asociación Dental Americana, este en versión positiva.
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